Por
fin parece que ya se ha puesto a andar. Después de mucho trabajo,
algún cabreo y no pocas dudas, pero siempre con la ilusión intacta,
mi nueva consulta está abierta para todo el que quiera visitarme.
Siempre que puedo voy un ratito a verla, siempre intentando buscar
algo que pueda mejorarla, algo que pueda hacerla más funcional. La
miro con el cariño de saber que, a pesar de todos los
inconvenientes, mi proyecto se ha cumplido. Pero también la miro con
un poco de miedo. No el miedo a fracasar y perder el dinero
invertido, si no el temor a hacerme esclavo de ella y dejar de
disfrutar un sólo minuto de lo más importante de mi vida, mi mujer
y mis hijos.
Después
de meditarlo bien, he decidido dedicarla de manera preferente a los
problemas del oído y vértigo por varios motivos; primero, porque es
la parte de “la otorrino” sobre la que llevo trabajando más
tiempo en el hospital, acudiendo a cursos todos los años con el fin
de actualizar mis conocimientos médicos y quirúrgicos; segundo,
porque todo lo relacionado con el órgano del sentido del oído me
gustó desde mis estudios en medicina en Oviedo, y porque fue la
causa fundamental por la que hace más de 20 años eligiera la
especialidad de Otorrinolaringología cuando pasé mi examen MIR;
pero sobre todo, y ya que va a suponer mucho tiempo para mi y mi
familia atender la consulta de manera apropiada, poder disfrutar
de ella haciendo el trabajo de mi especialidad que más me gusta y de
la forma que creo es mejor para mis pacientes.
Hoy
es domingo, y seguramente pase a verla. Acaba de nacer, todavía no
le han salido los primeros dientes, pero al menos se porta bastante
mejor que mis dos primeros hijos. No tiene gases y me ha dejado
dormir toda la noche. Feliz día a todos.
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