De
un tiempo para acá anda el mundillo médico muy revuelto por estos
lares. Sólo en una pequeña ciudad provinciana como León se
entiende que los hechos a los que me refiero hayan sido portada en el
periódico local de mayor tirada dos días seguidos. Pura carnaza
para lectores acostumbrados a noticias huecas e insustanciales. Y el
médico en el punto de mira. Un disparo fácil.
Pues
parece que algunos compañeros no han hecho las cosas como deberían
haberlas hecho. Algunos en mayor medida que otros, pero para el
público en general, todos nosotros, los médicos, en el mismo saco.
No pretendo enjuiciar aquí ningún hecho concreto. Para eso están
los que se supone que saben de eso. Pero si ha de haber justicia,
debería empezar por todos aquellos que, mirando para otro lado, han
permitido durante años que se haya incumplido reiteradamente la Ley
orgánica 53/84 de incompatibilidades del personal al servicio de las
administraciones públicas.
Acaso
la Gerencia Regional de Salud de León, la Gerencia del Hospital de
León o los Jefes de Servicio desconocían que los pacientes
derivados a los hospitales concertados eran intervenidos por médicos
que por la ley de incompatibilidades no podían hacerlo ¿No sabían
tampoco las gerencias de esos hospitales lo que estaba ocurriendo?
Todo el mundo lo sabía. ¿Quien iba a intervenirles sino? Pero a
nuestros gestores sólo les importa que las cosas se hagan, no
importa como. Que los números cuadren para cumplir con sus
superiores, y así algún día poder ocupar el sitio de ellos.
Siempre y cuando, claro, no aparezcan implicados, ni de refilón, en
los tejemanejes que preparan.
Para
que la gente sepa él despropósito que es esta ley si se aplica de
forma rigurosa veamos la siguiente situación: paciente perteneciente
al Sacyl, la antigua Seguridad Social, que es ingresado en un
hospital concertado de León. Durante su estancia necesita del
servicio de un especialista, pongamos por ejemplo un otorrino para
extraerle un tapón de cera. Si el otorrino en cuestión además de
trabajar en el hospital concertado también lo hace en un hospital
público del Sacyl no puede atenderlo por la ley de
incompatibilidades. Solución, el Sacyl tiene que facilitar al
enfermo una ambulancia, con el coste que conlleva, para que ese mismo
médico extraiga el tapón en un hospital público. ¿No raya con la
estupidez humana? Y es que, como los que deberían solucionar esto,
además de no saber como (por inútiles), no quieren mojarse en
absoluto en crear los instrumentos legales necesarios para poder
resolver estas incoherencias,...¿que ocurre al final? Que siempre
habrá algún médico incauto que por el bien del paciente lo
atenderá. Incluso el médico pensará que los gestores que le
“obligan” a hacerlo le defenderán en caso de que alguien le
culpe porque lo que ha hecho no es estrictamente legal. Ja, Ja,
Ja,...pobre.
Y
cual va a ser el final de esta triste historia. Que empapelarán al
médico incauto que no ha cumplido una ley mal elaborada y peor
aplicada. Mientras tanto, nuestros políticos / gestores se les
llenará la boca de sonoras bobadas en favor de la irreprochable
ética profesional del médico y del inmaculado funcionamiento de
nuestro sobrevalorado sistema público de salud. La justicia, como
ocurre siempre, no les considerará culpables de nada, y ellos
tampoco harán la más mínima autocrítica. Eso sí, buscarán quien
pague por este contubernio que ellos mismos han creado. Buscarán una
cabeza de turco. Hoy es tu compañero, pero mañana puedes ser tu
mismo.