El equipo de Valladolid. Yo soy el de abajo. |
Estoy de guardia pero bastante lejos del área de
urgencias, esa zona del hospital donde los enfermos se amontonan para
meterles en unos asépticos y pequeños “boxes” donde la
intimidad es todo un lujo. Me río yo de los que tienen miedo a
perder su intimidad en facebook. Aunque estoy de guardia, pocas veces
tengo que bajar a esa zona. Intento ver a mis pacientes en “mi”
tranquila consulta de otorrino. Mi guardia, gracias a dios, suele ser
bastante apacible, aunque de forma ocasional nos toca lidiar con
algún caso jodido. Pero bueno, después de casi mil guardias,
digamos que ya estoy curtido y mi grado de estrés es tolerable (62
pulsaciones por minuto en este momento). Aunque por una misteriosa
razón, cuando vuelvo a casa después de haber estado 24 horas
seguidas en el hospital mi estado de ánimo está entre borde y muy
borde. Y ya sabéis quien lo paga..., “en la salud y en la
enfermedad”,...
En
mi primer año de especialidad como MIR en Valladolid teníamos que
hacer “guardias de puerta”. Así las llamábamos. Era la
auténtica urgencia, la urgencia de verdad, donde atendíamos a todo
tipo de pacientes en una zona muy parecida a las urgencias de aquí.
Te colgabas el fonendoscopio al cuello e ibas atendiendo a enfermos
con dolor de barriga, de pecho, uno que se ahogaba, otro que
vomitaba,..., vamos a quien cayese por ahí. Aunque habías recibido
un curso rápido de urgencias o “como sobrevivir a un día de
guardia”, allí estabas tú, más solo que la una, viendo a todo
tipo de pacientes sin la preparación adecuada. Les pedías toda
clase de pruebas. Que le duele el pecho, un electrocardiograma. Que
no puede hacer de vientre, un electrocardiograma. Que tiene un
juanete, un electrocardiograma. Y claro, así se iban acumulando y
acumulando los pacientes. Supuestamente había unos médicos (los
venerados adjuntos) que te asesoraban si tenias dudas, pero muchas
veces les evitabas para ahorrarte una contestación como: ¿para esto
me molestas? En definitiva, si yo hubiese hecho un estudio en mi
atención médica sobre cual es la enfermedad más frecuente por la
que acuden los pacientes de Valladolid al Hospital Clínico, ésta
sería el cólico de gases, conocido vulgarmente como “pedo
atravesado”. Tratamiento: AERO-RED. Espero haber acertado muchas
veces.
Aunque
me gustaría creer que las cosas han mejorado en los últimos años,
cuando paso por la zona de urgencias del Hospital donde trabajo, los
recuerdos de aquellos años me vuelven de manera inevitable. La
primera impresión es que el peso de la urgencia sigue recayendo en
los residentes de primer año, a los que también se les da el
consabido curso rápido de urgencias. Se siguen pidiendo pruebas y
pruebas para las que muchas veces no existe justificación, e
incluso, agravado por el hecho de que existe una mayor disponibilidad
para ello. En mis tiempos pedir un escaner era una quimera. La casta
intocable, los especialistas que estamos “arriba”, nos cuesta un
dolor “bajar a la arena” cuando nos llaman, salvo que tengamos
residentes a nuestro cargo que lo hagan por nosotros. En definitiva,
aparentemente las cosas no han cambiado mucho, y me imagino que el
cólico de gases sea, como antaño en Valladolid, la enfermedad más
frecuente entre la población que acude a urgencias aquí en León.
En
mi humilde opinión, ¿no es verdad que del Servicio de Urgencias
depende en gran medida la actividad asistencial del hospital en su
conjunto?¿Qué la mayor parte del gasto hospitalario es generado en
el Servicio de Urgencias, aunque es el más difícil de medir?¿Qué
uno de los parámetros que miden el nivel de calidad asistencial de
un hospital es la urgencia? Entonces, cuando demonios se van a dar
cuenta nuestros gestores que el Servicio más importante en un
Hospital es el Servicio de Urgencias. O es que las medallas sólo se
dan por publicitar técnicas quirúrgicas de las que se benefician
cuatro pacientes y cuatro políticos.
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