martes, 17 de diciembre de 2013

Cabeza de turco.

De un tiempo para acá anda el mundillo médico muy revuelto por estos lares. Sólo en una pequeña ciudad provinciana como León se entiende que los hechos a los que me refiero hayan sido portada en el periódico local de mayor tirada dos días seguidos. Pura carnaza para lectores acostumbrados a noticias huecas e insustanciales. Y el médico en el punto de mira. Un disparo fácil.

Pues parece que algunos compañeros no han hecho las cosas como deberían haberlas hecho. Algunos en mayor medida que otros, pero para el público en general, todos nosotros, los médicos, en el mismo saco. No pretendo enjuiciar aquí ningún hecho concreto. Para eso están los que se supone que saben de eso. Pero si ha de haber justicia, debería empezar por todos aquellos que, mirando para otro lado, han permitido durante años que se haya incumplido reiteradamente la Ley orgánica 53/84 de incompatibilidades del personal al servicio de las administraciones públicas.

Acaso la Gerencia Regional de Salud de León, la Gerencia del Hospital de León o los Jefes de Servicio desconocían que los pacientes derivados a los hospitales concertados eran intervenidos por médicos que por la ley de incompatibilidades no podían hacerlo ¿No sabían tampoco las gerencias de esos hospitales lo que estaba ocurriendo? Todo el mundo lo sabía. ¿Quien iba a intervenirles sino? Pero a nuestros gestores sólo les importa que las cosas se hagan, no importa como. Que los números cuadren para cumplir con sus superiores, y así algún día poder ocupar el sitio de ellos. Siempre y cuando, claro, no aparezcan implicados, ni de refilón, en los tejemanejes que preparan.

Para que la gente sepa él despropósito que es esta ley si se aplica de forma rigurosa veamos la siguiente situación: paciente perteneciente al Sacyl, la antigua Seguridad Social, que es ingresado en un hospital concertado de León. Durante su estancia necesita del servicio de un especialista, pongamos por ejemplo un otorrino para extraerle un tapón de cera. Si el otorrino en cuestión además de trabajar en el hospital concertado también lo hace en un hospital público del Sacyl no puede atenderlo por la ley de incompatibilidades. Solución, el Sacyl tiene que facilitar al enfermo una ambulancia, con el coste que conlleva, para que ese mismo médico extraiga el tapón en un hospital público. ¿No raya con la estupidez humana? Y es que, como los que deberían solucionar esto, además de no saber como (por inútiles), no quieren mojarse en absoluto en crear los instrumentos legales necesarios para poder resolver estas incoherencias,...¿que ocurre al final? Que siempre habrá algún médico incauto que por el bien del paciente lo atenderá. Incluso el médico pensará que los gestores que le “obligan” a hacerlo le defenderán en caso de que alguien le culpe porque lo que ha hecho no es estrictamente legal. Ja, Ja, Ja,...pobre.

Y cual va a ser el final de esta triste historia. Que empapelarán al médico incauto que no ha cumplido una ley mal elaborada y peor aplicada. Mientras tanto, nuestros políticos / gestores se les llenará la boca de sonoras bobadas en favor de la irreprochable ética profesional del médico y del inmaculado funcionamiento de nuestro sobrevalorado sistema público de salud. La justicia, como ocurre siempre, no les considerará culpables de nada, y ellos tampoco harán la más mínima autocrítica. Eso sí, buscarán quien pague por este contubernio que ellos mismos han creado. Buscarán una cabeza de turco. Hoy es tu compañero, pero mañana puedes ser tu mismo.

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